Las instituciones educativas en nuestro país se están equipando con tecnologías, fundamentalmente basadas en el computador, su conexión a redes internas, a Internet y WiFi (Internet sin cables); significa conectarse a Internet en cualquier parte sin cables.
Se pueden encontrar en nuestro país, a través de todo el sistema educativo primario y secundario, costosos laboratorios de informática totalmente equipados para operar como aula de docencia tecnológica orientada a acortar la brecha tecnológica existente en esta parte de América latina.
Según la regulación actual, el aula debe ser atendida por un profesional de la informática con orientación docente, que en muchas ocasiones es la única persona que saca provecho de esta magnífica herramienta educativa.
Me aborda la triste experiencia de sentir que alumnos, profesores y administrativos al no tener la orientación correcta; en ocasiones temen a estas máquinas y a la posibilidad de hacer daños a estos sensibles aparatos.
Parte del problema ha sido la falta de una definición clara de los efectos que se quieren obtener con la introducción de recursos digitales en los centros educativos. En algunos casos se espera que estas herramientas generen ambientes de trabajo más amigables y atractivos para las nuevas generaciones, provocando un impacto positivo en la asistencia y retención escolar.
Esta es una de las barreras que debe ser superada por quienes actúan dentro del sistema educativo, nos referimos específicamente a los adultos educadores y administrativos, ya que los estudiantes parecen haber nacido dentro de esta nueva era tecnológica por lo cual sus docentes y tutores adolecen de esta familiaridad, toda vez que son personas emergentes de sistemas educativos diferentes, carentes de tecnología digital y al margen de estos avances.
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